lunes, 6 de enero de 2014

Web 2.0: Un Nuevo Concepto De La Web

Antes de entrar de lleno en la materia y poder comprender este concepto, conviene explicar en primer lugar a qué se le denominaría Web 1.0. Desde el inicio de lo que se podría llamar la explosión de las “puntocom”, donde las páginas web y los portales adquirieron su actual protagonismo, todas las empresas apostaron por tener su propio portal, donde un webmaster alimentaba —y todavía siguen haciéndolo multitud de empresas y particulares— los contenidos del mismo, colocaba las fotografías de los productos y realizaba, en la mayoría de las ocasiones a través del Departamento de Marketing, las presentaciones de los mismos.

No había ningún tipo de interactividad por parte de los usuarios, y eran, y todavía lo son, páginas de presentación y comercialización, haciendo que la única intervención del usuario fuera la de la mera adquisición del producto vía web o la de mandar algún que otro formulario también por el mismo sistema.

Con la Web 2.0 los consumidores de la información se han convertido en “pro-consumidores”, en productores de la información que ellos mismos consumen, lo que hace que estos portales sean “interactivos”

No obstante, ahora ya se ha dado un paso más en el ámbito tecnológico, y se ha llegado a la Web 2.0, que se refiere a una nueva generación de páginas web basadas en la creación de contenidos producidos y compartidos por los propios usuarios del portal, es decir, los consumidores de la información se han convertido en “pro-consumidores”, en productores de la información que ellos mismos consumen, lo que hace que realmente, estos portales sean “interactivos”, puesto que el usuario opina, interviene, se manifiesta en un sentido o en otro e incluso comparte los contenidos con la propia web.

Es evidente que hay que adaptarse a las nuevas tecnologías, a las ventajas que reportan y, por supuesto, a sus inconvenientes. Hay que evolucionar, crecer en este medio que se llama Internet. No basta con tener una web de presentación; hay que hacer que los clientes opinen y se involucren en la empresa, ofreciendo información acerca de los productos, realizando sugerencias sobre los mismos o incluso proponiendo mejoras, tanto desde el punto de vista de servicios como de nuevos elementos a incorporar. Por todo ello, la Web 2.0 se convierte en una herramienta imprescindible.

 

Los Pioneros

Seguramente todo el mundo ha oído hablar de “Wikipedia”, esa enciclopedia de Internet que, hoy por hoy, se ha convertido en una de las mayores páginas de referencia en el mundo para la consulta de cualquier tipo de concepto. Cada vez que se visita esta web se puede ver que existen explicaciones a cada palabra, nombre e incluso a empresas y productos. Pues bien, toda esa información de la que dispone no está alimentada por un grupo de expertos o eruditos, sino por los propios usuarios de la web, lo que hace que sea una Web 2.0 pura.

Otro ejemplo de Web 2.0 es “Flickr”, una herramienta web gratuita que permite almacenar de manera online los archivos fotográficos, pero que no se detiene en este cometido, sino que va más allá: es posible asignar títulos a las mismas, incluir comentarios, permitir que el resto de usuarios también lo haga, generando de esta manera un debate en torno a una imagen determinada, asignarles tags, crear círculos de personas que comparten los mismos tags… y mucho más.

La Tecnología A Nuestro Servicio

Otro concepto especialmente relevante es el RSS (Really Simple Syndication), esto es, que a través de segundos programas el usuario pueda recibir las actualizaciones de una web sin tener que navegar por ella para buscar nueva información, a través de correos electrónicos (como si fueran newsletters) o mediante programas específicos que mantienen a los usuarios al tanto de todas aquellas novedades que se incorporen en la web.

En la web corporativa se precisa cierta supervisión; hay que evitar que usuarios con malas intenciones hagan de éstas su lugar de desahogo.

Pese a todas estas ventajas ya reseñadas, a buen seguro que más de un empresario que lea este artículo pensará: “Claro, voy a poner mi página web a disposición de cualquiera y que pueda criticarme o hacer comentarios que me perjudiquen o con los que mi empresa salga malparada”. Es evidente que esto no va a suceder; se necesita cierta supervisión, sobre todo para evitar que algunos usuarios con malas intenciones hagan de una web su lugar de desahogo. Sin embargo, y al mismo tiempo, el hecho de que los usuarios opinen puede hacer de esa web un lugar de intercambio de opiniones y, por qué no, de recomendaciones.

A su vez, el cliente o los clientes que participen en las decisiones de la empresa hará que ésta tenga una visión mucho más clara de qué está haciendo bien, cómo puede mejorar y, sobre todo, qué aspectos tiene que corregir.

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Fernando Amaro
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